Nebulosa de Carina a 7500 años luz de distancia |
Las estrellas -como nuestro sol-
nacen, evolucionan y mueren. Su aparición, su vida y su muerte no son nada
caóticas, sino que obedecen a las reglas precisas que la astrofísica moderna
empieza a desentrañar. Pero ¿cómo es que nos damos cuenta de esto siendo la
vida del ser humano tan efímera e instantánea? ¿Acaso no podríamos pensar en la
eternidad e inmutabilidad del universo? Evidentemente nadie ha vivido lo
suficiente como para ver nacer y morir a una estrella; la vida misma de toda la
humanidad representa apenas un brevísimo suspiro en el tiempo de vida de una de
ellas. El secreto está entonces en contemplar detenidamente el firmamento. En
una noche despejada nos daremos cuenta de que el color de las estrellas varía
de una a otra; las hay rojas, amarillas y blancas, esto significa que no todas
se encuentran en el mismo estado de evolución. La Dra. Silvia Bravo nos comenta
que “se han visto nacer y morir estrellas y se han presenciado cambios de
estado en algunas otras; esto ha permitido elaborar modelos de evolución
estelar bastante satisfactorios que concuerdan con las observaciones cada día
más abundantes.”
En
términos generales, el proceso comienza cuando el gas y el polvo que se
encuentran en el universo van concentrándose por colisiones de las partículas y
por atracción gravitacional a lo largo de millones de años hasta formar en
algún lugar una enorme nube fría. Conforme el proceso de concentración
continúa, empiezan a aparecer núcleos de concentración aquí y allá que son los
embriones de los que más tarde surgirán estrellas. Pero ¿cómo es que nos damos
cuenta de ello? Pues bien, tal como en el vientre materno, nosotros nos
formamos y desarrollamos dentro de nuestra madre, tiempo atrás resultaba
imposible saber con exactitud cómo era este proceso, sin embargo, hoy día
gracias a los avances tecnológicos se puede observar mediante el uso de rayos X
el progreso del embrión hasta su
completo desarrollo. De manera similar pasa con las estrellas, a través de rayos
infrarrojos podemos atravesar la enorme placenta de gas y polvo y desentrañar
los secretos del nacimiento de las estrellas. Pero ¿De dónde proviene toda está
materia de gas y polvo? Es precisamente a estas alturas donde el asunto
comienza a ponerse más interesante, pues en su mayoría, éste gas y polvo son el
resultado de la muerte de otra estrella, la cual vivió por miles de millones de
años. Cuando una estrella está por morir
se expande de tal suerte que agota en poquísimos años su combustible, llegándose
a colapsar sobre si misma creando una supernova que puede eclipsar a toda una
galaxia. La intensa explosión arroja las capas exteriores de la estrella al
espacio y produce potentes ondas de choque. Los restos de la estrella y el
material que encuentra se calientan hasta los millones de grados y pueden
emitir una intensa radiación en rayos X durante miles de años. Una vez que la
estrella ha “muerto” se le conoce al resto de gas y polvo dejado tras de su
colisión como nebulosa. Precisamente es dentro de las nebulosas dónde nace la
vida.
De una
explosión similar se creó nuestro sistema solar, la tierra donde habitamos y la
luna que ha sido inspiración por centenares de siglos a poetas y enamorados.
De la
misma manera nuestro sol, nuestra estrella más cercana, algún día agotará su
combustible expandiéndose y colapsándose a sí mismo para crear nuevamente la
vida.
A
continuación un impresionante video creado a partir de miles de imágenes
tomadas por el telescopio espacial Hubble. Se trata de la nebulosa de Orion,
ubicada a unos 1350 años luz de distancia.
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