lunes, 30 de enero de 2012

De la muerte nace la vida

Nebulosa de Carina a 7500 años luz de distancia

Las estrellas -como nuestro sol- nacen, evolucionan y mueren. Su aparición, su vida y su muerte no son nada caóticas, sino que obedecen a las reglas precisas que la astrofísica moderna empieza a desentrañar. Pero ¿cómo es que nos damos cuenta de esto siendo la vida del ser humano tan efímera e instantánea? ¿Acaso no podríamos pensar en la eternidad e inmutabilidad del universo? Evidentemente nadie ha vivido lo suficiente como para ver nacer y morir a una estrella; la vida misma de toda la humanidad representa apenas un brevísimo suspiro en el tiempo de vida de una de ellas. El secreto está entonces en contemplar detenidamente el firmamento. En una noche despejada nos daremos cuenta de que el color de las estrellas varía de una a otra; las hay rojas, amarillas y blancas, esto significa que no todas se encuentran en el mismo estado de evolución. La Dra. Silvia Bravo nos comenta que “se han visto nacer y morir estrellas y se han presenciado cambios de estado en algunas otras; esto ha permitido elaborar modelos de evolución estelar bastante satisfactorios que concuerdan con las observaciones cada día más abundantes.”

En términos generales, el proceso comienza cuando el gas y el polvo que se encuentran en el universo van concentrándose por colisiones de las partículas y por atracción gravitacional a lo largo de millones de años hasta formar en algún lugar una enorme nube fría. Conforme el proceso de concentración continúa, empiezan a aparecer núcleos de concentración aquí y allá que son los embriones de los que más tarde surgirán estrellas. Pero ¿cómo es que nos damos cuenta de ello? Pues bien, tal como en el vientre materno, nosotros nos formamos y desarrollamos dentro de nuestra madre, tiempo atrás resultaba imposible saber con exactitud cómo era este proceso, sin embargo, hoy día gracias a los avances tecnológicos se puede observar mediante el uso de rayos X el progreso del embrión  hasta su completo desarrollo. De manera similar pasa con las estrellas, a través de rayos infrarrojos podemos atravesar la enorme placenta de gas y polvo y desentrañar los secretos del nacimiento de las estrellas. Pero ¿De dónde proviene toda está materia de gas y polvo? Es precisamente a estas alturas donde el asunto comienza a ponerse más interesante, pues en su mayoría, éste gas y polvo son el resultado de la muerte de otra estrella, la cual vivió por miles de millones de años. Cuando  una estrella está por morir se expande de tal suerte que agota en poquísimos años su combustible, llegándose a colapsar sobre si misma creando una supernova que puede eclipsar a toda una galaxia. La intensa explosión arroja las capas exteriores de la estrella al espacio y produce potentes ondas de choque. Los restos de la estrella y el material que encuentra se calientan hasta los millones de grados y pueden emitir una intensa radiación en rayos X durante miles de años. Una vez que la estrella ha “muerto” se le conoce al resto de gas y polvo dejado tras de su colisión como nebulosa. Precisamente es dentro de las nebulosas dónde nace la vida.

De una explosión similar se creó nuestro sistema solar, la tierra donde habitamos y la luna que ha sido inspiración por centenares de siglos a poetas y enamorados.

De la misma manera nuestro sol, nuestra estrella más cercana, algún día agotará su combustible expandiéndose y colapsándose a sí mismo para crear nuevamente la vida.

A continuación un impresionante video creado a partir de miles de imágenes tomadas por el telescopio espacial Hubble. Se trata de la nebulosa de Orion, ubicada a unos 1350 años luz de distancia. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario