martes, 3 de enero de 2012

Algunas consideraciones sobre la escritura de la historia



De sobra sabemos el nulo interés que tienen los lectores hoy día sobre todo aquello, o casi todo lo que tenga que ver con las ciencias del espíritu humano, y en particular con la más antigua de estás, a saber, la historia. Si bien no es mi intención decir cómo es que debe escribirse la historia si pretendo, en la medida de lo posible, colaborar con lo que he aprendido cultivando la disciplina de Clío.

“¡No es que el mexicano no lea, sino que el historiador no ha sabido cómo llegarle!” Y son muy ciertas estás palabras mencionadas por una gran maestra. Y es que, una de las cosas que me han quedado claras en el transcurso de mi licenciatura, es que los sabios del quehacer histórico no han sabido -o no han querido- transmitir su conocimiento de tal manera que sea entendible tanto a los doctos como a los escolares, Marc Bloch lo anhelaba, sin embargo nos decía que esa cualidad era un privilegio que se le otorgaba sólo a unos cuantos. Más aun, me atrevo a decir que a través de la constancia y la persistencia todos tendríamos acceso a ese “privilegio”, no en vano un refrán popular nos dice: “la práctica hace al maestro”.

Considero que la literatura es una gran herramienta para el historiador pese a que por tanto tiempo –como lo menciona Roger Chartier- la historia haya soslayado a la clase de los relatos y haya borrado las figuras propias de su escritura reivindicando su cientificismo, y es precisamente esté cientificismo el que la ha alejado de su ceno materno, volviéndose engreída y arrogante, accesible sólo para un sequito de investigadores.

Pienso en una historia más sencilla, breve y llana. Una historia cuya escritura sea modesta, sin tantas pretensiones metódicas sino solamente las necesarias. Considero que si el historiador logra hacer llegar el resultado de sus investigaciones al total de las masas se obtendrían grandes beneficios: el fomento a la lectura, el enriquecimiento cognitivo y un aprendizaje un tanto moral a través de la imaginación podrían ser acaso unos cuantos, inclusive, de lo más necesarios hoy día.


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