martes, 29 de mayo de 2012

XXVIII Premio Nacional de Cuento Fantástico y de Ciencia Ficción


El Gobierno del Estado de Puebla a través del Consejo Estatal para la Cultura y las Artes y la Casa del Escritor, convoca al: “XXVIII Premio Nacional de Cuento Fantástico y de Ciencia Ficción”, en el que podrán participar escritores residentes en el país con un cuento inédito en español de 15 cuartillas máximo. La Recepción de trabajos concluirá el 31 de agosto del 2012.

Para más información sigue el siguiente enlace

sábado, 19 de mayo de 2012

La fotografía de Lee Jeffries


Se dice que tras un encuentro casual con una joven de la calle, Lee Jeffries, que en ese entonces se dedicaba a retratar eventos deportivos, cambió su perspectiva total acerca de su fotografía dedicándose desde entonces a hacer del indigente, del errante o de la gente sin hogar el objeto de su arte.

Dicha, coraje, soledad, sueños y tristeza es lo que expresa cada poro, cada céntimo de la piel y cada arruga de los personajes que le sirvieron de modelo a éste fotógrafo.

La verdad es que cada retrato nos toca, dicho de otra manera, su obra no generan indiferencia por parte de quien la mira.











Para conocer más de la obra de éste artista visita el siguiente enlace

jueves, 17 de mayo de 2012

De la enorme virtud y facultad de la memoria

Azulejo con episodios de la vida de San Agustín.
Monasterio de Santa Cruz, Coimbra.

Continuando, pues, en servirme de las potencias de mi alma… vengo a dar en el anchuroso campo y espaciosa jurisdicción de mi memoria, donde se guarda el tesoro de innumerables imágenes de todos los objetos que de cualquier modo sean sensibles, las cuales han pasado al depósito de la memoria por la aduana de los sentidos…

 Allí están guardadas con orden y distinción todas las cosas, y según el órgano o conducto por donde ha entrado cada una de ellas, como, por ejemplo, la luz y todos los colores, la figura y hermosura de los cuerpos, por los ojos; todos los géneros y especies que hay de sonidos y voces, por los oídos; todos los olores, por el órgano del olfato; todos los sabores, por el gusto; y finalmente, por el sentido del tacto, que se extiende generalmente por todo el cuerpo, todas las especies de que es duro o blando, caliente o frío, suave o áspero, pesado o ligero, ya sean estas cosas exteriores, ya interiores al cuerpo. Esta capacísima aula de la memoria recibe, en no sé qué secretos e inexplicables senos que tiene, todas estas cosas, que por las diferentes puertas de los sentidos entran en la memoria y en ella se depositan y guardan, de modo que puedan volver a descubrirse y presentarse cuando fuere necesario.. Mas ¿quién sabe ni podrá decir cómo fueron formadas estas especies o imágenes, no obstante que claramente consta por qué sentidos fueron atraídas y guardadas allí dentro?

Porque aun cuando estoy a oscuras y en silencio, si yo quiero, saco en mi memoria varios colores y hago distinción entre lo blanco y lo negro, y entre los demás colores que quiero; y los ruidos o sonidos no se presentan entonces ni perturban lo que estoy considerando, y que ha entrado por los ojos; siendo así que también los sonidos están allí, aunque puestos como separadamente y escondidos. Porque también, si me agrada, pido que salgan ellos, y al instante se me presentan; y entonces, sin mover la lengua y callando la garganta, canto en mi interior todo lo que quiero. Y no obstante que están allí también las dichas imágenes de los colores, no se mezclan con estotras, ni sirven de estorbo cuando se está disfrutando aquel otro depósito de imágenes que entraron por los oídos.

Del mismo modo recuerdo a mis solas, cuando quiero, todas las demás cosas, cuyas imágenes entraron a juntarse en la memoria por los otros sentidos; y sin oler cosa alguna, discierno entre el olor de los lirios y de las violetas; y sin valerme del gusto ni del tacto, sino solamente repasando las especies que enviaron a mi memoria estos sentidos, prefiero la dulzura de la miel a la del arrope, y lo que es suave a lo que es áspero.

Todo esto lo ejecuto dentro de la gran aula de mi memoria. Allí se me presentan el cielo, la tierra, el mar y todas las cosas que mis sentidos han podido percibir en ellos, excepto las que ya se me hayan olvidado…

Grande es, Dios mío, esta virtud y facultad de la memoria; grandísima es y de una extensión y capacidad que no se le halla fin…

Esto me causa grande admiración y me tiene atónito y pasmado, Los hombres por lo común se admiran de ver la altura de los montes, las grandes olas del mar, las anchurosas corrientes de los ríos, la latitud inmensa del océano, el curso de los astros, y se olvidan de lo mucho que tienen que admirar en sí mismos. No admiran ellos que cuando yo nombraba estas cosas que acabo de decir no las estaba viendo con mis ojos; y no obstante, era preciso, para nombrarlas, que interiormente viese en mi memoria los montes, las olas, los ríos y los astros, que son cosas que he visto, y el océano, de que otros me han informado; y que se me presentasen con tan grandes espacios y extensión como tienen en sí mismos, y como si los estuviera viendo con mis ojos. Tampoco cuando vi estas cosas se me introdujeron por los ojos ellas mismas; ni son ellas las que están dentro de mí en el depósito de mi memoria, sino solamente unas imágenes suyas; también sé y conozco clara y distintamente por cuál de los sentidos de mi cuerpo ha entrado cada una de ellas y la impresión que han hecho en mi memoria.
San Agustín

miércoles, 16 de mayo de 2012

La fotografía de Vladimir Artazov


¿Cómo representar el quehacer diario del género humano? Dicho de otra forma ¿De qué manera podríamos reproducir en un objeto inanimado todas ese cúmulo de emociones, de sentimientos, costumbres, necesidades, dichas, placeres y miedos propios del hombre? El fotógrafo checo Vladimir Artazov pareciera tener una muy buena respuesta a dicha interrogante, pues hace de un simple clavo o un objeto de metal el receptor de todas esas sensaciones tan “complicadas” que alegamos propias del género humano.
 







martes, 15 de mayo de 2012

Amargo


Texto de León Felipe

Hablando con mi amargo corazón,
más no aburrido como el peyote
que he comido me encuentro hoy.
Pensando en mi amor perdido,
en los días transcurridos sin razón;
deseando volver al nido, ese
que construimos bebiendo, fumando,
trabajando y agarrados de la mano
del ángel enamorado que nos unió.

Ahora con valor, tranquilo, sobrio y
sin permiso te digo amigo mío que me dolió.
No sé si recuperar mi libertad para
ver cual niño perdido tu falta de amor;
más también pienso que lo único y
más feliz en ese nido no era mi libertad,
sino los ojos cafés que me miraban al llegar
y me hacían sentir que no había nada en el mundo
que me faltara, teniendo un nido junto a tus labios,
tu cuerpo, tus ojos y tu amor.

Soledad en mi amargo corazón existe hoy,
por el amor que he perdido y te cuento yo;
que al sentir frió recuerdo tu suave mirar
que me proporciono calor.
¿Por qué la felicidad viene solo
acompañada de tu amor?
Por que mis compromisos
cumplidos me llenan de logros,
pero son tan vacíos como la cama
en que me encuentro metido
sin tus ojos bonitos que al mirarme
me quitaban el frió, me arrancaban el corazón,
lo guardaban entre su pecho y yo
simplemente dormía y dormía y dormía
y olvidaba la razón.

¡Y los que esperamos nada!
Vuelve al nido, al pinche pozo
donde estabas,
jugando a ser quien no eres
y jugando al ser y no eres;
por que razón eres quien no eres
y por que razón me dejas en la nada,
¿Por qué te fuiste corazón solitario?
¿Por qué mi amor es por ti un letargo?
que tu creaste por que fuimos.
¡Infieles!
¡Infieles los corazones rebeldes!;
a los amores sinceros nos apaciguan con TV,
con malas flores y de paso malos amores.

Hoy me decidí a ser libre por fin,
sin limites, sin tiempo, sin agendas,
inspirado por la luna y la calle siniestra.
Y los versos se resumen en leyendas cotidianas,
mas no en agendas ni placeres.
Solitarios en la luna,
en las pocas estrellas,
en cantares en versos,
en siniestros besos
de la arena pesada,
en alcohol y marihuana.

Me mataste y no quise morir,
encontré un lugar aquí,
en mi corazón él, la, sin razón,
en el pason que me di de alcohol
y que me hizo pasar esta sensación.
¡Tantos años!
Pareces tan madura,
pues al pensar que eras dura
no imagine imaginar que eras tu
quien te querías alejar.
Estoy borracho otra vez
recupero mi alma y quien va a caer.
Y ahora pinto un dedo con tinta que va a llover,
duele el tatuaje, que muera el amor,
que viva la libertad, el desierto, la selva
y este pinche lugar.


Por qué se pelearon los dos Ivanes


El día 7 de julio de 1810 dos hombres de honor y orgullo, respetados y admirados por la sociedad pero sobre todo inseparables amigos acudían ante el juzgado para levantar una denuncia el uno en contra del otro por una tontería. Iván Ivanovich acusaba a su amigo de proferir una mortal ofensa en contra de su honor, su nombre y su rango al haber hecho uso del apelativo “ganso” cuando se dirigía hacia él. Por su parte, Iván Nikiforovich culpaba a su compañero de no guardar los ayunos correspondientes en vísperas de la fiesta de San Felipe, de ser de un linaje dudoso y sobre todo un bribón que fue sorprendido merodeando por su hogar.

Tiempo atrás ambos Ivanes daban muestra de una extraordinaria amistad. Se ayudaban recíprocamente en todo cuanto fuese necesario. Eran un ejemplo de bondad y lealtad entre la gente del distrito de Mírgorod. No había lugar al que no fuesen juntos, parecía el uno la sombra del otro. Entonces, ¡que estos dos amigos se hubiesen peleado! ¿Pero es que ya no hay nada perdurable en este mundo? ¿Cómo fue posible que dos caballeros cortaran de un día a otro los lazos de su amistad?

 Por qué se pelearon los dos Ivanes es una conmovedora historia que nos habla de cómo por una insignificancia y un enorme orgullo estamos dispuestos a perder quizás lo más valioso que poseemos en el mundo. Con el extraordinario estilo de Nicolai Gógol (1809-1852) reflexionamos sobre la vigencia de los sentimientos y lo absurdo de la vida. Del como una amistad que pareciese eterna e inmutable se tambalea y cae al menor de los soplidos.

Recreando un impresionante cuadro a través de la prosa, la magnífica pluma de Gógol se convierte en pincel y cada letra que utiliza en un color diferente para darle vida al lienzo de su novela. Cada detalle y cada momento es fundamental para llegar de manera impaciente y temerosa al triste e inesperado desenlace de la obra.

“Nikolai Gogol triunfó con sus relatos sobre folclore ucraniano, escritos con ironía y con un leve surrealismo adelantado a su tiempo. En 1836 se exilió durante doce años de Rusia por diferencias con el gobierno. A su regreso alabó al gobierno que antes había criticado y sus antiguos admiradores le dieron la espalda. Enloqueció, anunció que escribir era inmoral y en 1852 quemó su último manuscrito. Pocos días después se dejaba morir de inanición”

Vasílievich, Nikolái Gógol, Por qué se pelearon los Ivanes, España, Ático de los libros, 2010, 96 p.

domingo, 13 de mayo de 2012

Tres granos de café


Hay joven, usted dirá que estoy loco, pero por lo que mis ojos vieron ayer  me doy cuenta de que la magia existe ¡verdad de Dios! ¿Llegó a conocer usted a  la hija de Don Eusebio? No cómo iba usted a conocerla si apenas va llegando al pueblo. Era una muchacha muy linda, quien se sentía disque tocada por la mismísima virgen María. Siempre tan bien arreglada, tan perfumada y con bastantes pretendientes la condenada, que dónde iba usted a saber que algún día podría fijarse en el hijo de Cándido, un pobre diablo que nació en los días de mal agüero.

Fíjese que todo comenzó hace un par de semanas cuando Anselmo se apareció por el pueblo. Se había ido disque a la capital a estudiar a un convento, o al menos era  lo que nos decía su padre siempre que andaba borracho; pero vaya usted a creerle, todos sabíamos que se avergonzaba de su propio hijo. Unos dicen que lo tenía amarrado en el monte y sólo le llevaba su comida de noche y muy de vez en cuando, otros tantos más decían que lo tenía aprisionado allá por el camino a San José, en las grutas encantadas, ¡y por el Santísimo Niño de Atocha que si están encantadas! Pero esa ya es otra historia que luego le cuento.

 En fin, como le venía diciendo; mucho se hablaba en el pueblo de  Cándido y su hijo Anselmo, desde que nació, la partera se encargó de dar la noticia de la fealdad del chamaco y a los pocos días la casa del pobre Cándido se vio atiborrada de un sin número curiosos, inclusive el señor cura, el gobernador y su señora fueron a ver con sus  propios ojos la desgracia de la criatura, esto se lo digo porque yo lo vi, nadie me lo contó, ¡yo estuve presente cuando asistieron.!

Pronto comenzaron las habladurías, los chismes y las supersticiones, y la muchedumbre tan ignorante veía en el niño una clara señal de desgracia para el pueblo entero; no faltó quien dijera que la deformidad del chamaco era un castigo divino por los vicios del padre, y figúrese que inclusive llegué a escuchar como afirmaba la gente tan desalmada que el bebé había nacido así, disque porque Mercedes, su madre, en realidad era la hermana de Cándido, ¡hágame usted el favor! Lo que es no tener nada que hacer y andar metiéndose en la vida privada del prójimo.

Pues le cuento que entre tanto chismerío la madre de Anselmo desapareció de la noche a la mañana cuando aún tenía pocas semanas de haber nacido el niño, si no es por Doña Rita –que Dios la tenga en su santísima Gloria- quién se apiado de la criatura para terminar de darle pecho segurito que se nos muere de hambre, y más porque Cándido, abandonado por su mujer, se la pasaba embriagándose en la cantina día con día.

Así creció el pobre de Anselmo, entre  burlas, hambres y privaciones. Cuando llegó a ser un adolecente el único consuelo que tenía -Doña Rita- murió disque envenenada. ¡Huy joven ya sabrá usted el arguende que se hizo! fue entonces cuando Cándido, presa de las habladurías de la gente encerró bajo llave a su propio hijo y se encargó de difundir la noticia de que se había ido a la capital a estudiar a un convento. Al principio todo el pueblo le creyó, sin embargo después de estar merodeando unos cuantos días por su casa juro por mi madrecita linda que vi al chamaco más de una vez encerrado en un pequeño cuarto. ¡No lo tenían amarrado en el monte ni muchos menos preso en las grutas encantadas como decía la gente ignorante!

Sucedió que una tarde de hace como tres semanas cuando venía de las labores del campo me encontré a Anselmo cerca del puente Ixtla, andaba como que con la mirada perdida sabe, pobre muchacho, después de estar tanto tiempo encerrado hasta yo estaría en las mismas condiciones. Hubo estado unos cinco minutos más así cuando de pronto se dirigió rumbo al centro del pueblo, a su camino toda la gente lo miraba asombrada, parecía que habían visto un muerto. Yo desde lo lejos escuchaba todo tipo de comentarios y de injurias que le hacían. Cuando hubo llegado a la plaza San Cristóbal se encontró con la señorita Rosa, la hija del ladino Don Eusebio. ¡Hubiera visto la cara que puso Anselmo! De inmediato quedó enamorado de la muchacha, sin embargo el amor al que aspiraba era demasiado grande, usted sabe, sin dinero y sobre todo con la fealdad que se cargaba, el pobre infeliz estaba condenado a pasar el resto de su vida sólo. Sin embargo tuvo coraje e intento acercársele, pero con desdén la señorita Rosa lo rechazó una y otra vez, ¡y no era para menos!

Así pasaron que será, cosa de cuatro o cinco días, cada mañana Anselmo llevaba a casa de su enamorada flores frescas, pero de ella ni sus luces, nadie se molestaba siquiera en salir a correrlo. Día tras día, toda la semana entera se le miraba parado fuera de su domicilio. Daba tanta lastima verlo así, toda la gente se burlaba a sus espaldas. Su padre ahogado de alcohol en la cantina optó por ya no hacer nada, pero Don Eusebio, una vez que se le hubo agotado la paciencia salió a echarlo de su propiedad a punta de cañonazos.

A esas alturas del partido una persona sensata, común y corriente hubiera entendido que jamás una hermosa mujer como la señorita Rosa podría fijarse en un tipo como Anselmo, sin embargo él no era una persona sensata ni mucho menos común y corriente, y tras desaparecer un par de semanas regresó al pueblo para llevarse lo que más quería.

Durante las semanas que estuvo ausente fue como si se lo hubiera tragado la tierra, nadie sabía dar razón de él. Su propio padre inclusive, ya de piel amarilla y ojos hinchados ignoraba el paradero de su hijo. Sin embargo yo hace como tres noches que volvía de beber licor juraría haberlo visto enterrando no sé qué cosa en la entrada del campo santo, pero por mi estado de ebriedad no le di mucha importancia, pero todo cambio el día de ayer. Fue alrededor de las cuatro de la mañana que mi sueño se vio entorpecido a causa de los fuertes ladridos de los perros, atolondrado salí a ver si no andaba algún animal entre la milpa, pero nada, así como vino se fue lo que haya sido. Desde ese momento tuve como que un presentimiento, no sé si me entienda. Volví a acostarme pero me resultó imposible volver a dormir. Así estuve retorciéndome en mi cama como gusano hasta que como a eso de las siete de la mañana me fui rumbo al pueblo para ver qué es lo que sucedía, usted sabe, presentimientos son presentimientos.

¡Agárrese joven que aquí viene lo mejor!, cuál fue mi sorpresa y la de todos los que nos encontrábamos presentes al ver a Anselmo tomado de la mano de la señorita Rosa. Ella tan linda, tan hermosa, resaltaba aún más su belleza a lado de ese pobre diablo. Increíble fue el espectáculo que hicieron, todos los miraban, todos susurraban cosas entre sí. Al enterarse Don Eusebio de lo que estaba sucediendo se dirigió a toda prisa a encontrarse con su hija quién planeaba irse esa mañana a la capital con Anselmo, sin embargo nada pudo hacer para detenerla, ella se aferraba al brazo de su enamorado quien con machete en mano amenazaba con dar muerte a cualquiera que se les acercara. Todo sucedió tan rápido que en pocos minutos se perdió su silueta en el horizonte, tras de ellos se fue Eusebio implorando le devolviera a su hija. Todo fue tan extraño, tan repentino. Nadie daba crédito de lo que acababa de suceder.

Al regresar a mi casa -su casa- recordé que hacía dos noches me pareció ver a Anselmo enterrando algo a un lado del campo santo. A toda marcha y con pala en mano me dirigí al lugar en el que me pareció haberlo visto. Estuve inspeccionando el área cosa de veinte o treinta minutos hasta que encontré una pequeña cajita esmaltada en cuyo interior se hallaban tres granos de café y esta nota. Como vera, allí vienen todas las instrucciones y los materiales necesarios para que a cambio de un favor con el meritito diablo pueda usted conseguir a la mujer que quiera.

La misma tarde que hice el descubrimiento me dirigí al mercado a conseguir las velas, los listones y las agujas. Mañana a primera hora comenzaré a sacrificar un gallo por cada grano de café, y ya verá usted que si Dios le da licencia y se queda por el pueblo un par de días más, la próxima vez que me mire la mujer del gobernador será toditita mía.

miércoles, 9 de mayo de 2012

El mexicano



No había sonrisa en los labios de Felipe Rivera, ni cordialidad en sus ojos… Al contrario, eran como los ojos de una serpiente. Ardían como fuego helado, como dominados por una gran e intensa amargura. [Tal era lo que había dentro de su alma, si es verdad que a través de los ojos la podemos ver]

Jack London, El mexicano


La genialidad y la maestría de Jack London es simplemente maravillosa. Conocido por todos nosotros por sus narraciones extraordinarias: Colmillo blanco y El llamado de la selva, ahora llega a nuestras manos un relato lleno de intensidad y magnificencia en cada línea y en cada párrafo. Publicado por vez primera en agosto de 1911, El mexicano relata la vida de un misterioso personaje que debe boxear para llevar fondos a la Junta y así mantener en píe la causa revolucionaria.

Inspirado en el boxeador Joe Rivers, London le da vida a un púgil que no lucha por la fama ni mucho menos por la gloria sino por derrocar a toda costa al régimen porfirista.  Sus golpes están llenos de ira, de rencor; no ve frente a él a un oponente sino a cientos de indios explotados en las fincas cafetaleras o en las monterías selváticas. Dentro del ring observa a miles de trabajadores hambrientos y descoloridos y a lo lejos  ve a niños de siete u ocho años realizando agotadoras jornadas de trabajo por diez centavos al día; escucha en la campana los fusiles que escupen muerte y mira lleno de rabia a sus padres enterrados entre cientos de cadáveres más.

Rivera se ha enfrentado con varios, de ello dan muestra las cicatrices en su rostro y la dureza en sus nudillos; sin embargo ahora es diferente, su adversario es quién aspira al campeonato mundial y recurrirá a todo tipo de artimañas para conseguirlo. El desenlace de la pelea será también el desenlace social y psicológico de nuestro personaje.

La venganza y la sed de justicia son el hilo conductor en ésta obra la cual podemos consultar en su edición bilingüe a cargo de la editorial Colofón, o bien, podemos descargarla en versión PDF dando clic aquí


lunes, 7 de mayo de 2012

Recordando a Rabindranath Tagore


Un día 7 de mayo del año 1861 nacía en Calcuta, India, el filósofo y escritor hindú Rabindranath Tagore, premio nobel de literatura en el año 1913. Fue el primer escritor no occidental en ser laureado y es reconocido por introducir la cultura oriental en occidente a través de sus escritos. Quizás implícitamente muchos de nosotros lo conocemos por su frase “Si lloras por haber perdido el sol, las lágrimas no te dejarán ver las estrellas”

 A continuación un poco más de su obra:


Juguetes

¡Qué feliz eres, niño, sentado en el polvo,

divirtiéndote toda la mañana con una ramita rota!
Sonrío al verte jugar con este trocito de madera.
Estoy ocupado haciendo cuentas,
y me paso horas y horas sumando cifras.
Tal vez me miras con el rabillo del ojo y piensas:
«¡Qué necesidad perder la tarde con un juego como ese!»

Niño, los bastones y las tortas de barro

ya no me divierten; he olvidado tu arte.
Persigo entretenimientos costosos
y amontono oro y plata.
Tú juegas con el corazón alegre con todo cuanto encuentras.
Yo dedico mis fuerzas y mi tiempo
a la conquista de cosas que nunca podré obtener.
En mi frágil esquife pretendo cruzar el mar de la ambición,
y llego a olvidar que también mi trabajo es sólo un juego.

Soñé que estaba ella sentada a mi cabecera

Soñé que estaba ella sentada a mi cabecera,
y alborotaba tiernamente mi cabello con sus dedos,
suscitando la melodía de su contacto.
La miré a la cara, luchando con mis lágrimas,
hasta que la angustia de las palabras no dichas
quebró mi sueño como una burbuja.
Me incorporé. La Vía Láctea se veía arder por mi ventana,
como un mundo de silencio inflamado.
Y me pregunté si en aquel momento estaría ella soñando
un sueño que viniera, bien con el mío.

Para leer más del autor da clic aquí

Premio Internacional de Ensayo Teatral Revista Pasodegato/CITRU


Con fecha límite al 31 de Julio del 2012, el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, a través del Instituto Nacional de Bellas Artes y el Centro de Investigación Teatral Rodolfo Usigli en coordinación con ARTEZ Revista de las Artes Escénicas (España) y Paso de Gato: Revista Mexicana de teatro, convocan a escritores residentes en cualquier parte del mundo a participar en el “Premio Internacional de Ensayo Teatral Revista Pasodegato/CITRU”  con trabajos inéditos de tema libre, siempre y cuando estén relacionado con el acontecer teatral. La extensión debe ser de entre 35 y 50 cuartillas.

 Para mayores informes da clic aquí

viernes, 4 de mayo de 2012

Agujero negro devorando una estrella

Según la astronomía se conocen hasta el momento tres posibles formas en las que puede morir una estrella dependiendo de la cantidad de masa que posea cada una de ellas. En general existen dos tipos de estrellas, las ligeras y las pesadas. Las primeras son aquellas cuya masa es menor a seis veces la de nuestro sol, el destino de éstas es lento, sin prisas. Una vez que se agota su combustible aumentan su diámetro cientos de veces más hasta convertirse en una gigante roja para después disminuirlo paulatinamente hasta alcanzar un diámetro similar al de la tierra. El segundo tipo de estrellas se divide en dos; las primeras son aquellas cuya masa es mayor a seis y treinta veces la del sol, éstas tienen un final aún más espectacular y caótico ya que:

Una vez agotado el combustible nuclear, la estrella se encuentra repentinamente sin presión interna que detenga a la atracción gravitacional. La estrella se colapsa rápida y violentamente. Esto crea en su interior presiones elevadísimas, fusionando a los protones y electrones para crear neutrones y liberando energía en gran cantidad. Las capas exteriores de la estrella absorben esta energía y salen disparadas hacia afuera, mientras el núcleo continúa su colapso. Las capas exteriores se expanden a grandes velocidades formando bellas nebulosidades que son testigos mudos de la violenta explosión. A éste fenómeno se le conoce como supernova. (Luis Felipe Rodríguez)

El otro tipo de estrellas dentro de las pesadas son las que poseen una masa mayor a treinta veces la de nuestro sol. La muerte de ellas es aún muy enigmática y desconcertante pues una vez agotado su combustible su núcleo continúa colapsándose más allá de la etapa de estrella de neutrones hasta formar un hoyo negro.

No obstante en el siguiente vídeo podemos observar otra manera más en la que puede “morir” una estrella. Se trata de un fenómeno que ocurre según los astrónomos cada 10.000 mil años. En el vídeo se puede apreciar como un agujero negro engulle a una estrella rica en gas y helio que se ha acercado más de  lo que debía. La víctima se encontraba en una galaxia a 2,7 millones de años luz de distancia. Las imágenes son simplemente espectaculares.



jueves, 3 de mayo de 2012

Recordando a Homero Manzi


Un 3 de mayo de 1951 fallecía en Buenos Aires Homero Nicolás Manzione Prestera, mejor conocido como Homero Manzi, periodista, guionista, director de cine y sobre todo poeta, poeta que elevara sus versos al universo de la música, de tal suerte que aun sin publicar ningún libro de poesías su obra ha perdurado a través de los sensuales y diáfanos sonidos del tango, género que utilizo para transmitir sus sentimientos. Manzi es autor de varios tangos y milongas muy famosos, entre ellos “Malena“, uno de las obras más sublimes y bellas de todos los tiempos.


Malena
Música: Lucio Demare
Letra: Homero Manzi

Malena canta el tango como ninguna
y en cada verso pone su corazón.
A yuyo del suburbio su voz perfuma,
Malena tiene pena de bandoneón.
Tal vez allá en la infancia su voz de alondra
tomó ese tono oscuro de callejón,
o acaso aquel romance que sólo nombra
cuando se pone triste con el alcohol.
Malena canta el tango con voz de sombra,
Malena tiene pena de bandoneón.

Tu canción
tiene el frío del último encuentro.
Tu canción
se hace amarga en la sal del recuerdo.
Yo no sé
si tu voz es la flor de una pena,
só1o sé que al rumor de tus tangos, Malena,
te siento más buena,
más buena que yo.

Tus ojos son oscuros como el olvido,
tus labios apretados como el rencor,
tus manos dos palomas que sienten frío,
tus venas tienen sangre de bandoneón.
Tus tangos son criaturas abandonadas
que cruzan sobre el barro del callejón,
cuando todas las puertas están cerradas
y ladran los fantasmas de la canción.
Malena canta el tango con voz quebrada,
Malena tiene pena de bandoneón.

Para conocer un poco más sobre el autor visita: http://www.todotango.com/spanish/creadores/manzi.asp

miércoles, 2 de mayo de 2012

Lingüistas


Por regla general, pareciera ser que el letrado, el que posee más vocabulario y domina mejor el arte de la retórica y la gramática se expresará mejor que aquella persona que tiene escasos o nulos conocimientos de las letras. Sin embargo, sin hacer tanta grulla ni tener una gran elocuencia se puede conseguir erizar cada bello del cuerpo de nuestros receptores y hacer sudar cada poro de su piel con una simple palabra, común, de uso cotidiano, diciéndola en el momento adecuado y de manera sincera. Así lo muestra pues, éste microrrelato del maestro Mario Benedetti, narración extraída de su obra: Despistes y franquezas:

Tras la cerrada ovación que puso término a la sesión plenaria del Congreso Internacional de Lingüística y Afines, la hermosa taquígrafa recogió sus lápices y papeles y se dirigió hacia la salida abriéndose paso entre un centenar de lingüistas, filólogos, semiólogos, críticos esctructuralistas y desconstruccionistas, todos los cuales siguieron su garboso desplazamiento con una admiración rayana en la glosemática.

De pronto las diversas acuñaciones cerebrales adquirieron vigencia fónica:

— ¡Qué sintagma!
— ¡Qué polisemia!
— ¡Qué significante!
— ¡Qué diacronía!
— ¡Qué exemplar ceterorum!
— ¡Qué Zungenspitze!
— ¡Qué morfema!

 La hermosa taquígrafa desfiló impertérrita y adusta entre aquella selva de fonemas. Sólo se la vio sonreír, halagada y tal vez vulnerable, cuando el joven ordenanza, antes de abrirle la puerta, murmuró casi en su oído: “Cosita linda”.