Según la astronomía se conocen hasta el momento tres posibles formas en las que puede morir una estrella dependiendo de la cantidad de masa que posea cada una de ellas. En general existen dos tipos de estrellas, las ligeras y las pesadas. Las primeras son aquellas cuya masa es menor a seis veces la de nuestro sol, el destino de éstas es lento, sin prisas. Una vez que se agota su combustible aumentan su diámetro cientos de veces más hasta convertirse en una gigante roja para después disminuirlo paulatinamente hasta alcanzar un diámetro similar al de la tierra. El segundo tipo de estrellas se divide en dos; las primeras son aquellas cuya masa es mayor a seis y treinta veces la del sol, éstas tienen un final aún más espectacular y caótico ya que:
Una vez agotado el combustible nuclear, la estrella se encuentra repentinamente sin presión interna que detenga a la atracción gravitacional. La estrella se colapsa rápida y violentamente. Esto crea en su interior presiones elevadísimas, fusionando a los protones y electrones para crear neutrones y liberando energía en gran cantidad. Las capas exteriores de la estrella absorben esta energía y salen disparadas hacia afuera, mientras el núcleo continúa su colapso. Las capas exteriores se expanden a grandes velocidades formando bellas nebulosidades que son testigos mudos de la violenta explosión. A éste fenómeno se le conoce como supernova. (Luis Felipe Rodríguez)
El otro tipo de estrellas dentro de las pesadas son las que poseen una masa mayor a treinta veces la de nuestro sol. La muerte de ellas es aún muy enigmática y desconcertante pues una vez agotado su combustible su núcleo continúa colapsándose más allá de la etapa de estrella de neutrones hasta formar un hoyo negro.
No obstante en el siguiente vídeo podemos observar otra manera más en la que puede “morir” una estrella. Se trata de un fenómeno que ocurre según los astrónomos cada 10.000 mil años. En el vídeo se puede apreciar como un agujero negro engulle a una estrella rica en gas y helio que se ha acercado más de lo que debía. La víctima se encontraba en una galaxia a 2,7 millones de años luz de distancia. Las imágenes son simplemente espectaculares.
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