Esta, aquella la otra… De entre
tantas mujeres el poeta peruano Leónidas Yerovi se tuvo que enamorar de la dama
que no era. Un arquitecto presa de los celos -pues también cortejaba a la actriz argentina- fue a
buscar al poeta para enfrentarlo por el amor de ella. Yerovi, no soportando tal
injuria, le atino al indómito un golpe en la cara, a lo que aquel, ciego de
tanta ira, de cuatro tiros lo fulminaba. Fue un 15
de febrero del año 1917 cuando el escritor limeño perecía horas más tarde en la
cama de un hospital a causa de las heridas. Pese a que jamás paso por la
universidad, la prosa y verso de Yerovi es considerada como un hito en la
literatura peruana.
Recóndita
Como un ir y venir de ola de mar,
así quisiera ser en el querer:
dejar a una mujer para volver,
volver a una mujer para empezar.
Golondrina de amor en anidar
huir en cada otoño del placer
y en cada primavera aparecer
con nuevas tibias alas que brindar.
Esta, aquella, la otra... Confundir
de tantas dulces bocas el sabor
y al terminar la ronda repetir.
Y no saber jamás cuál es mejor
y siempre, ola de mar, ir a morir
en sabe Dios qué playa del amor.
así quisiera ser en el querer:
dejar a una mujer para volver,
volver a una mujer para empezar.
Golondrina de amor en anidar
huir en cada otoño del placer
y en cada primavera aparecer
con nuevas tibias alas que brindar.
Esta, aquella, la otra... Confundir
de tantas dulces bocas el sabor
y al terminar la ronda repetir.
Y no saber jamás cuál es mejor
y siempre, ola de mar, ir a morir
en sabe Dios qué playa del amor.
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